sábado, 8 de enero de 2011

Jugando al Monopoly

El asunto es el siguiente: ver la televisión cuando tu abuela también la está viendo, y pone lo que a ella más le gusta, te permite observar cosas que quizá de otra manera no podrías ver. Si alguien no lo sabía, ahora lo digo yo. Telecinco, y todo su grupo empresarial de cadenas de televisión, que emiten su señal en abierto por la TDT, ha comprado al grupo Cuatro, otra cadena. Esto es un hecho ya consumado e irrevocable.

Recuerdo perfectamente lo que estaba haciendo el día en que se iba a estrenar dicha cadena, ya hace unos cuantos años. Estaba en clase de armonía, en el conservatorio, cuando el profesor entra en clase y nos dice que tiene que hablar con nosotros sobre cierto tema. Y es que, de vez en cuando, él nos invitaba a la reflexión sobre algún que otro tema. Eso es lo que hacen los buenos profesores, enseñar a pensar por uno mismo e inculcar en valores morales. Era perfectamente palpable su alegría, su contento por la nueva cadena que empezaría a emitir sus programas aquella tarde, tras la clases. Con mucho acierto, comentó, que siempre es acertado tener mayor variedad de información, simplemente para poder tener de donde escoger. Se abría, ante el espectador ansioso, un nuevo campo de cultivo del que poder coger nuevas frutas de información y entretenimiento, una opción más, que representaría el pensamiento de otro grupo más de gente dispuesta a hacer algo, a tomar la iniciativa.

De la misma manera que nadie está a favor de que en las universidades se reduzca el número de enseñanzas diferentes que se ofertan o que la diversidad animal o vegetal, dejemos los demás reinos a parte, por no enrevesarlo, se viera mermada por culpa de los cazadores furtivos o los madereros sin escrúpulos, yo no estoy de acuerdo con tener que pasar por el aro de lo que Telecinco imponga, por obra y gracia del espíritu economista. Es, cuanto menos, deplorable, que cosas así pasen, ya no solo porque cambie la dirección, y por ende, el pensamiento de una cadena entera de televisión, sino porque, al estar bajo el yugo de otra empresa, ellos también tendrán que pasar por el aro. Hace unos minutos, he visto cómo, hace unos dias, o semanas, no se cuanto, el equipo de CNN+ se despedía de su audiencia por dicha operación, y hasta hace un minuto, tres presentadores de La Cadena, se despedían, cual paladines del bien, de sus ya antiguos compañeros de trabajo en Telecinco, para ir a trabajar a Cuatro, hacia quien, en un acto de, según mi parecer, recochineo entre las carcajadas y aplausos de un público conforme con el bocadillo de mortadela que se les da antes de entrar al plató, intentaban cambiarle el nombre por "La Cuatro", como según decían, el pueblo, a quien tanto representan, llama al resto de canales de televisión. Es normal que rueden cabezas tras cualquier acción empresarial pero, definitivamente, en este asunto las sutilezas se dejan claramente de lado. Esto huele que apesta.

Miren ustedes, a mi, por suerte, me enseñaron a pensar por mi mismo y, decididamente, no estoy de acuerdo con lo que este canal está dispuesto a hacer: cualquier cosa con tal de monopolizar la atención de todos y cada uno de nosotros. El primer paso es comprar Cuatro, el segundo, mandar a los salvadores de Telecinco al canal absorbido, y el tercero, sacar pecho y estar muy orgulloso de lo que se ha logrado: acallar una manera diferente de pensar, que no por mala o buena, menos válida que cualquier otra.

Por lo tanto, me niego en rotundo a seguir esta farsa adelante. Me niego en rotundo a darles lo que quieren, no por antisistema, sino por narices. Por mis narices, porque no me da la gana pensar como se me dice, sino como yo decido pensar, tras analizar la posibilidades. Invito a quien piense como yo a no ver durante una temporada esa pequeña caja que hace de nosotros gente tonta. Si algo puede verse y extraerse de la naturaleza, y por ende del ser humano y de todo lo que le rodea, por hacerlo simplemente más cercano, es que nunca existe una única opción. Señores, en la variedad está el gusto y, para gustos, hasta ahora, los colores. Aunque quien sabe...

No hay comentarios:

Publicar un comentario