Y al final, por supuesto, llegamos a la capital de la provincia más septentrional y a la vez oriental de todo Galicia, allí donde para un alicantino como yo siempre sopla un viento fresco que consigue helar incluso al más curtido hasta los huesos. Y es que eso sí, aquí viento no falta; y se agradece.
La verdads que recordaba la ciudad tal y como es... Y salvo unos carteles en galego a la puerta del consistorio lucense y unos andamios horribles que afean sin piedad la preciosa catedral mientras es restaurada, todo sigue tal y como lo dejé un año atrás.
Y la pregunta es la siguiente: ¿Qué hago a estas hiras escribiendo? Sinceramete por que me da la gana y porque no puedo dormir. Creo que la cerveza gallega me la ha jugado... o ha sido el aire... o los 10° C de esta noche... quien sabe. Pero me lo e pasado bien. Un buen día que acaba de la mejor de las maneras. Un día lleno deespectativas cumplidas y de esperanzas por convertir en realidad mañana, cuando salga el Sol desde mi amado Este.
Foto: Catedral de Lugo.
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