Ya hemos saldo del hotel hacia la A-6 con dirección a Madrid. Es cierto que me da mucha pena dejar esta provincia, pero bien mirado, me gusta mucho mi Alicante.
La última vuelta en coche a lo largo de toda la muralla para degustarla por última vez este año, el verdor de los jardines y árboles donde se nota que nunca han pasado penurias para mantenerse con vida, porque aquí llueve mucho: chopos, plátanos, fresnos y olmos por todas partes en la ciudad.
Y justo dos días antes de irnos, en la plaza de la catedral, despues de semanas de obras y arreglos, al levantar unos adoquines, encontraron una piscina romana a la que le han colocado una vitrina para poder pasar por encima sin dañar el resto arqueológico. Así que eso queda pendiente para el año que viene.
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